Como muchos sabemos, la personalidad es un patrón permanente
de conductas, que determinan la forma de pensar, ser y actuar del individuo.
Son características que se mantienen en el tiempo, algunos más arriesgados le llaman esencia, siendo así; no es moldeable, ni maleable como los roles.
Ahora bien, entrando al tema del mercado,
el cual está conformado entre otros, por clientes y compradores, existe una tendencia
ineludible ¿Quién es quien en la transacción? ¿Existe un verdadero juego de
roles o la gente se sigue llevando su personaje principal? Cuando la persona
asume que su personalidad en el trabajo va dada por un rol que cumple un
personaje, comienza a funcionar a cabalidad, un vendedor o prestador de
servicio audaz debe diferenciar entre quien tiene potencialidad de compra o
quienes pueden ellos llevar a dicha posibilidad, tener al tacto necesario para
apartar sus prejuicios y ponerlos a trabajar a su favor (de la organización que
representa). Si una persona llega a preguntar por el precio de un vehículo
por ejemplo y no tiene las “características” de alguien con poder adquisitivo, el vendedor debe contemplar las alternativas siguientes "a la persona no le interesa
mostrarse adinerado o no acepta cánones sociales" siendo así, debe tomar en cuenta
que es un cliente, con una personalidad que no acepta lo común, lo rígido, lo
impuesto, entonces allí es donde comienza la verdadera labor del buen vendedor,
ese que conoce su tarea y pone en marcha su personalidad con actitud asertiva.
Un servidor debe tener en cuenta- que su éxito dependerá - de que
tan bien represente su papel, el potencial comprador hará lo propio a medida de qué tan cómodo y
satisfactorio sea el servicio. Es menester realizar un buen anclaje, un buen reconocimiento
y una extraordinaria visión, la empresa crecerá en la medida que lo hagan sus
actores.
"El escenario y los actores deben estar listos para recibir al público para que se vaya satisfecho"
Petry Rodríguez